Tuesday, April 24, 2007
Estéticamente morboso
Creo que el 80% del erotismo está dado por la atracción de quebrar una barrera más de la inocencia.
Luego de mucho sexo, si no hay algo de morbo de por medio, no hay excitación. Esto, para muchos de los que leen este blog es absolutamente elemental.
Si no hay corrupción, no hay placer. Todos nos desafiamos a buscar nuevos límites en nuestra sensibilidad, nuevas formas de darnos placer.
Esto viene a cuento de una historia que está transcurriendo ahora. Orquídea, una sumisa de Amo Buddha cometió el grave error de enamorarse del Amo y perder el control de sus sentimientos. Como dice Amo Buddha, cuando una no controla los sentimientos queda presa del dolor y pierde la capacidad de producir placer y belleza, porque el erotismo está directamente ligado a la estética.
Hace unos meses atrás el Amo le pidió a Orquídea que invite a su hermana menor a la quinta. Orquídea empezó a sufrir por esto, pero era imposible eludir los deseos del amo. Todos esos días previos ella estaba molesta y nerviosa y me lo confesó un noche que nos quedamos conversando hasta muy tarde.
Hacer todo el relato sería larguísimo, pero lo previsible es que amo Buddha se cojió a Magui toda una noche y tuvieron varias prácticas de sado que no sé muy bien en qué consistieron, pero la gozó a la pendeja con especial placer.
A la noche siguiente Amo Buddha llevó a Orquídea y a Magui a su pieza y se cojió a las hermanas. El morbo de Amo Buddha anhelaba eso y en general es un hombre que sabe cumplir con sus placeres.
Todo ese fin de semana a mí la situación me calentó mucho la cabeza. Vi muchas veces la forma en que el amo se coje a Orquídea y me imaginaba la cara inocente de Magui mirando la forma en que montaban a su hermana.
Amo Buddha lo hizo sólo para demostrar la forma en que cumple con sus caprichos. Creo qeu mientras Amo siga adivinando alguna cara de incomodidad de Orquídea, va a seguir trayendo a Magui a la casa.
Me gustaría saber qué está pensando el amo para los fines de semana de este invierno en la quinta. Ya iré contando.
El secreto de todo es que yo me moría por meterme en la cama con ellos. No me dejaron
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